Abeja pequeña, miel grandiosa 

*En pequeños poblados del mágico Cuetzalan, en la Sierra Norte, cientos de habitantes “cultivan” miel  de la abeja mexicana

Carolina Miranda

Cuetzalan, Pue. – En ollas de barro, colocadas en los traspatios de tradicionales casas, cientos de abejas melipona conviven con una comunidad que preserva sus tradiciones.

En pequeños y dispersos poblados de Cuetzalan, un Pueblo Mágico de la Sierra Norte, estantes de madera resguardan las diminutas ollas de barro  donde se preserva la Scaptotrigona mexicana, llamada por los nahuas como pisilnektsin “abeja pequeña”.

Se trata de una pariente cercana de la Melipona beecheii, conocida por los mayas como Xunán kab, “señora abeja”, que habita la península de Yucatán.

Y “las abejas chiquitas” producen una miel ligeramente agridulce y con consistencia algo más líquida que la miel común, pero de un sabor exquisito.

Un aroma y sabor que refleja la humedad con la que se procesó de manera natural. Las pequeñas abejas negras que construyen su colmena dentro de dos ollas de barro encontradas “boca a boca”, carecen de aguijón, son amigables.

El insecto volador deambula por la diversidad de flores que encuentran en los cultivos y en sus bosques tropicales perennifolios, mesófilos de montaña y bosques de coníferas y encino.

Las mujeres, en su mayoría, simplemente desprenden las ollas y del panal que tiene en forma de espiral, extraen la miel y el polen.

Una de las ollas, que contiene a la abeja reina, se une a otra olla y se sella para que continúe así la producción de miel de esa colmena.

El producto de la colmena es muy apreciado entre las comunidades indígenas, porque le atribuyen propiedades medicinales, como antibiótico, digestivo, antigripal y cicatrizante.

Aún cosechada, la miel continúa su proceso de fermentación natural y además de ser un exquisito alimento ancestral, sirve para productos de higiene personal y cosméticos.

Y la cera es aprovechada por otras comunidades para hacer piezas de arte, que más tarde adornarán otros templos e iglesias en Puebla.

Una miel y cera que forman parte del microcosmos indígena de Cuetzalan.

 

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